Insuperable en el PRI Naucalpan divisionismo político

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NAUCALPAN.- De las diferentes disidencias en el interior del Comité Municipal del PRI que preside, Cuitláhuac Anda Mendoza, y esa parte de las traiciones, nada bueno se espera en el proceso electoral venidero.

El tema así de simple es, o se corrigen, expulsan a “los justamente traidores, esos que andan a “salto de mata construyendo acuerdos y candidaturas con la oposición al tricolor”, e igual o de plano, seguirán acumulando derrotas tras derrotas.

En ese orden y para que tampoco se les olvide, los dos últimas elecciones locales, los resultados les fueron adversos y pocas cuentas favorables, le entregaron a Alfredo Del Mazo Maza.

Entiéndalo pues, que no ganaron aquí en Naucalpan, que dieron pena ajena y lo peor, continúan «rompiéndose la madre y sumamente divididos”.

Además, el seguir soportando y permitiendo que indistintos cuadros de los “grupos de poder”, entre los que destacan “Los Azucenos, Los Kairos y Los Cristina Ruiz”, demanden espacios.

Así también, de otras incisiones que han tenido la oportunidad de trascender, lleguen al partido, lo pretendan tomar, propongan gente en las diferentes carteras cuando nada de trayectoria tienen y digámosle, “hay muchos formados de tantos y tantos años”.

El PRI está herido de muerte, y eso tiene que ver con sus malas decisiones en la selección de dirigentes y postulación de candidatos, y en estos trágicos momentos nadie hay quien los una.

“El animal jurásico, los bebesaurios y advenedizos”, imposibles son de cambiar la ruta y sus propios métodos de operación política, son de esa misma dimensión, y que se supone ya quedó en los ayeres, y todavía, querer convencer al otro, sin propuesta, sólo con gritos y porras.

Con respecto a los grupos adherentes, a las según organizaciones civiles y una que otra denominada política, poco aportan y bastante son líderes de papel, de fotografía o de cafecito.

Por otra parte y ellos lo saben, que nunca como antes, la verdad que enfrentarán a sus propios miedos, sus fantasmas, su propia sombra, y a sus traidores, en un escenario quizá hasta remontable.

Por Mario Ruiz Hernández.

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