NAUCALPAN.- Las camionetas tipo Suburban comienzan a descender por una de las vialidades de un exclusivo fraccionamiento en Huixquilucan. Son las 14:00 horas y, bajo la vigilancia de una patrulla de seguridad privada, los alumnos del Colegio Bosque Real son conducidos uno a uno por sus profesoras a los lujosos automóviles con vidrios polarizados.
Algunas camionetas se estacionan en doble fila, pero no hay problema, porque en esta vialidad perfectamente pavimentada los únicos usuarios son las familias y los empleados de los políticos y empresarios que habitan este lugar.
Tras unos minutos de espera, los vehículos llevan a los menores de regreso a sus hogares, ubicados en alguno de los edificios de departamentos y residencias que se extienden a lo largo de las 560 hectáreas que abarca el complejo residencial.
A lo largo del camino, observarán un campo de golf de un lado, amplias áreas verdes del otro, rotondas con coloridas esculturas, residencias y torres «inteligentes» de departamentos.
Un muro de entre 3 y 4 metros de altura les impedirá ver la pobreza y las carencias con la que todos los días viven sus vecinos de Naucalpan, al otro lado de la barda.
Considerado uno de los más exclusivos del Estado de México, Bosque Real es un complejo residencial diseñado para aislar a sus habitantes de la marginación que prolifera a sus alrededores.
Su construcción comenzó en 1999, en terrenos que abarcan los municipios de Huixquilucan y Naucalpan. Tiene una extensión que equivale a dos veces la primera sección del Bosque de Chapultepec y alberga la que es promocionada como «la casa club más grande del mundo».
La oferta inmobiliaria de este lugar, anunciado como el desarrollo residencial más importante de América Latina, incluye departamentos de lujo de entre 135 y 625 metros cuadrados, los cuales, según diversas páginas web de bienes raíces, tienen un costo de entre 4 y 17 millones de pesos; mientras que el precio de las residencias oscila entre 6 y 49 millones de pesos.
Bosque Real es una ciudad dentro de otra ciudad. Sus habitantes gozan de áreas verdes, spas, kid’s club, teen’s club, gimnasios, salones de fiesta y dos campos de golf -uno de 18 y otro de 9 hoyos- que se extienden en 100 hectáreas.
De acuerdo con la página oficial del residencial, Bosque Real cuenta con infraestructura de primer nivel, urbanismo de vanguardia, avenidas con «palmeras emblemáticas», imponentes paisajes y cautivadoras esculturas del artista mexicano Sebastián.
El promocional presume que el fraccionamiento es totalmente seguro pues, a diferencia de la mayoría de las colonias de estos municipios mexiquenses, la vigilancia no está a cargo de empleados públicos, sino de una empresa privada. A lo largo y ancho del lugar, guardias uniformados resguardan los accesos y diversas unidades patrullan día y noche la zona.
El fraccionamiento cuenta también con sus propias vialidades que lo conectan con la carretera Interlomas, lo que evita que sus habitantes tengan que adentrarse en las colonias aledañas, en caso de que tengan que salir de su «ecosistema».
Bosque Real es un ejemplo de la desigualdad en el Estado de México. La excelente infraestructura, seguridad y «urbanismo de vanguardia» son proveidas por empresas particulares. Un habitante del fraccionamiento informó que mensualmente paga 5 mil 600 pesos como cuota de mantenimiento al conjunto residencial, más 870 pesos al condominio. Y las cuotas de predial rebasan los 20 mil pesos anuales.
Una imagen satelital «dibuja» esta desigualdad. En ella, Bosque Real aparece como un punto verde en medio de una mancha gris.
En la imagen aparecen los edificios de departamentos, las residencias y los colegios rodeados de un color verde que se delimita por líneas blancas que representan las vialidades.
El muro perimetral, es otra línea que corre alrededor del fraccionamiento. Del otro lado de éste, una mancha gris se expande sin fin.
Se trata de colonias marginadas como La Mancha I, II y III, Lomas del Cadete, Minas Palacio, Izcalli Chamapa y Minas Coyote, en Naucalpan.
Actualmente, el muro rodea casi la totalidad de las 560 hectáreas de Bosque Real. En algunas colonias alcanza hasta 4 metros de altura; en otras, como Izcalli Chamapa, los desarrolladores sólo han colocado malla ciclónica.
No obstante, el esfuerzo por aislar a este fraccionamiento no impide que sus habitantes, al abrir la ventana de sus lujosos departamentos o al pararse en el «green» de ciertos hoyos del campo de golf, puedan observar la realidad que los rodea.
Cuando los albañiles comenzaron a construir el muro frente a su casa, el paisaje que Pedro Luis veía todas las mañanas al abrir su ventana cambió.
Habitante de la colonia Minas Palacio 2, en el municipio de Naucalpan, Pedro recuerda que cuando llegó a este lugar, hace 15 años, le gustaba recorrer las cortinas en la mañana y observar desde la ventana de su cuarto los árboles que se esparcían por el cerro que se levantaba ante sus ojos.
De pelo cano y lentes gruesos, asegura que ahora prefiere mantener las cortinas de su cuarto cerradas, pues desde hace más de seis años, lo único que ve a través de su ventana es una barda que todos los días luce más pintarrajeada que el día anterior.
Pedro Luis asegura que el paisaje no es la única afectación que la construcción del muro trajo a los vecinos. La pared también les arrebató la posibilidad de acceder a las únicas áreas verdes del lugar.
«De primero sí se siente feo, porque le cierra a uno todo, pero uno se va acostumbrando. Yo digo: ‘son riquillos, tienen dinero'», indica.
Hoy, Pedro Luis no sabe qué hay atrás del muro, lo único que ve desde el techo de su casa son diversos edificios que se levantan detrás de él.
«Era todo un cerro, no había bardas, podíamos entrar a correr, todo era libre… Había mucha gente y luego, temprano, salían los conejos, los veíamos, y luego vendieron y empezaron a bardear», señala.
Actualmente, el acceso a cualquier persona ajena al exclusivo fraccionamiento está prohibido, muchos de los árboles fueron derribados para dar paso a edificios de departamentos y el cerro que era hábitat de conejos, ardillas y cacomixtles, hoy está lleno de concreto.
De este lado del muro, donde los habitantes son albañiles, obreros, pequeños comerciantes o mujeres que se dedican a las labores domésticas, las colonias carecen del lujo, la belleza, la exclusividad y la seguridad de Bosque Real.
Minas Palacio 2 es una de las muchas colonias de Naucalpan donde predominan la marginación y la pobreza.
Según cifras oficiales, en este municipio 3 por ciento de la población es analfabeta, más del 9 por ciento no tiene la primaria completa, en 27 por ciento de los hogares hay algún grado de hacinamiento y un tercio de la población vive en condiciones de pobreza.
Muchos de los mexiquenses menos favorecidos viven en los llamados «cinturones de pobreza» que rodean los grandes fraccionamientos, donde no hay seguridad privada y la gente vive bajo la amenaza de la delincuencia y de policías municipales a los que en más de una ocasión se ha acusado de coludirse con criminales y extorsionar a la población. Los narcomenudistas acechan a niños y jóvenes afuera de las primarias y las secundarias públicas.
Los vecinos de Minas Palacio tampoco gozan de vialidades exclusivas o planeadas. Las calles se fueron delimitando a la par del crecimiento de la mancha urbana, por lo que es común ver combis de transporte público serpenteando por calles empinadas. El transporte público, que diariamente lleva a miles de trabajadores hasta el Metro Toreo (oficialmente, estación Cuatro Caminos de la Línea 2), es deficiente y caro para los pobladores de estas colonias.
La tarifa es de 8 pesos, tres pesos más que en la Ciudad de México y, en promedio, invierten una hora y media de traslado hasta sus centros de trabajo.
Alejados de la infraestructura de primer nivel de Bosque Real, en Minas Palacio 2, la ausencia de autoridades interesadas en satisfacer las necesidades de sus habitantes es una queja constante.
Los colonos denuncian que muchos servicios públicos con los que cuentan actualmente, han sido resultado de la organización de los colonos y de la presión a las autoridades municipales.
Un ejemplo de ello, agregan, es la recolección de basura, que comenzó a regularizarse hasta hace apenas dos meses, luego de que los colonos se organizaron para exigir el servicio.
Además, en este lugar las calles están llenas de baches, el agua escasea constantemente y, para acceder a la parte del cerro que no ocupa Bosque Real, y que representa la única área verde del lugar, tienen que caminar más de 20 minutos alrededor del fraccionamiento, rodeando el muro.
A diferencia de la zona rica, de este lado los habitantes no tienen la panorámica de las lujosas residencias y los campos de golf.
Lo único que se asoma detrás del muro son los penthouse de edificios que, por su altura, la barda no logra ocultar. Sin embargo, para los desarrolladores de Bosque Real no es suficiente.
Según Pedro Luis, en los últimos meses se hicieron obras para elevar un metro el muro.
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Mientras los partidos políticos se pelean la gubernatura, en el Estado de México crece la desigualdad.
La entidad aporta más del 9 por ciento del PIB nacional; desarrolla una potente actividad industrial y comercial, y ha sido elegida por el presidente Enrique Peña Nieto -ex gobernador mexiquense- para desarrollar los principales proyectos de infraestructura de su sexenio: el Tren México-Toluca y el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Al mismo tiempo, es la entidad en la que más ha crecido la pobreza en los últimos años. Uno de cada dos mexiquenses (49.6 por ciento de los 16.2 millones de habitantes) son pobres, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social, Coneval.
Un muro, cada vez más alto, separa ambas realidades.
FUENTE: http://www.reforma.com/