NAUCALPAN.- Creo que es momento de asumir responsabilidades y dejar de atribuir la falta de resultados del gobierno municipal, por la deuda pública y privada.
A más de dos años de mandato de Olvera, lamentablemente seguimos con el discurso ya hasta mediocre, “del cómo nos dejaron”…
Es reprochable, que la salida fácil es atomizar un pasivo que, si bien es cierto es bastante elevado, de al alrededor de 3 mil mdp, de los cuales Un mil 450, son débito con la banca y el resto en prestadores de servicios y en juicios laborales, no se justifica para nada lo mal que andamos.
Si, y decir abiertamente del Naucalpan que sólo ven las autoridades locales, y el otro, aquel del brutal diagnóstico social, claro que enfrentamos hoy en día un lamentable Estado de crisis.
En ese orden, hablamos de más de 750 mil habitantes o quizá pegándole al millón, y de esos más de la mitad demanda elevar su condición y calidad de vida.
Ciertamente, contamos con espacios recuperados, esos parques lineales tan “cacaraqueados” en la zona residencial del municipio de alto impacto visual o electorero.
En contraste de los majestuosos perímetros emergentes, todos ellos “desmadrados”, de altos requerimientos y en que las prioridades fueron transformadas en urgencias, hay ceguera oficial.
Cuál centro urbano prefiere; el de “Los Chamapas”, o el de “Las Lomas Colorada”, “Los San José de Los Leones”, “Las Manchas”; “Las Minas Coyote”, o “La Cuenca de San Mateo”.
Qué les falta, la pregunta que sea real, al margen del tema de la inseguridad, los altos niveles de violencia, criminalidad y muerte, el mejoramiento de vialidades, drenaje, iluminación y agua.
Saneamiento de canales, arroyos, ríos, presas, barrancas; recuperación de calles, áreas verdes, deportivas, culturales y de recreación.
Aunado, a la total ausencia de planes y programas de arte popular, pintura urbana y música en el barrio; las tardeadas o algo que mantenga ocupados y genere la participación de jóvenes.
El cambio de rostro de esos lugares; en el que hay hacinamiento en el que cogen unos y otros, prevalece el dolor, sufrimiento, precocidad, bastante desamor y todavía lo intolerable en las supuestas sociedades modernas-ver un joven que asesina a sangre fría a otro-
“La locura” en la amplia aldea urbana, la fragmentación social en el que lo anormal se volvió normal, perdiendo esa capacidad de asombro y en que la gente sobrevive completamente en la cultura del miedo. Este es el otro Naucalpan.
Por Mario Ruiz Hernández.