Cantero, oficio que se extingue en Naucalpan

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NAUCALPAN.- Dos mil 200 años después de que Arquímedes de Siracusa pronunciara su célebre frase: denme un punto de apoyo y moveré al planeta, José Pineda, un hombre de 1.60 metros y unos 65 kilogramos, utiliza el mismo principio para desplazar varios metros una piedra de más de 100 kilogramos de peso, sin necesidad de maquinaria o carretilla.

Igual que su abuelo y su padre, del mismo nombre, José es cantero, es decir, se dedica a romper con barreta, pico, cuñas y marro, enormes bloques de piedra, que desprende, con las mismas herramientas, de una de las canteras que se ubican en el Ejido de Los Remedios,  los cuales son utilizados para la construcción, decoración o escultura.

La cantera, es una explotación minera a cielo abierto, para obtener piedra y otros materiales para la construcción. En Naucalpan existían en Ojo de Agua, Loma Colorada y San Lorenzo Totolinga, de esta última salieron las piedras con que se construyó el acueducto de Los Remedios, mejor conocido como Los Arcos. Pero la urbanización de esas comunidades, hicieron que cerraran esas canteras y se buscaran otros sitios de donde extraer el material.

Hoy, podemos encontrarlas en Tepatlaxco y el Ejido de los Remedios, según nos comenta José Antonio Torres, que al igual que su padre Trinidad y su abuelo José, se dedica a la extracción, procesamiento y comercialización de la piedra, a través de la empresa Canteras Naturales San Cristóbal, que se ubica en el municipio de Huixquilucan, la cual paga una renta a los ejidatarios para explotar este terreno.

Para romper la piedra, José Pineda utiliza la barreta para hacer una hilera de perforaciones en donde colocará las cuñas que guiarán la línea de corte. A continuación, con el marro, irá clavando de manera homogénea, cada vez con más profundidad, cada una de ellas, hasta que la roca se resquebraje de manera uniforme y finalmente, con la barreta, la separará totalmente.

El siguiente paso es acercarla al lugar de carga, para ello, recuesta el bloque sobre una piedra –el punto de apoyo– del tamaño necesario para que lo pueda columpiar y darle la vuelta; acción que repetirá en varias ocasiones hasta llegar al camión que lo transportará.

Si el bloque, es muy pesado, se jala utilizando el trifo, una especie de polea que se ancla al suelo con una varilla gruesa enterrada varios centímetros (otro punto de apoyo). Y si es aún más grande, se utiliza una retroexcavadora.

El padre y abuelo de José Pineda trabajaron en la cantera de San Lorenzo Totolinga, donde  él todavía reside. Desde ahí se va caminando al Ejido de Los Remedios, lo cual le toma unos 45 minutos.

Pero pese al ejercicio de romper y mover los bloques y la caminata diaria, José Pineda reconoce que no tiene una buena condición física, porque “fumo un chingo y más aquí, cuando se dificultan las piedras, le agarra a uno el nervio y se fuma el cigarrito para calmarse y pensar cómo se le va a hacer”.

José sabe que llegará el día en que la mancha urbana también invada esta cantera y será momento de buscar “chamba” en otra parte. En tanto, es feliz con su trabajo a cielo abierto.

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